“Nada te importa en la ciudad
si nadie espera”
Pétalo de sal (Fito Páez)
Ir del punto A al punto B, puede
sonar simple, lineal, pero no es nada de eso, mucho menos si hay que cruzar el
Atlántico para lograrlo. Ir desde Ezeiza a Barajas podría reducirse a un viaje
con escala en Brasil, pero, en realidad, para Carolina Blanco, son muchos
viajes en uno. Para esta joven azafata argentina, luego de poner el primer pie
en el remis que la llevará al aeropuerto, comenzará más que otra jornada de
trabajo, comenzará un desafío, un cambio de vida, o la posibilidad de perderla.
Esta novela de Alejandra Zina,
escrita con fluidez, entretenida de principio a fin, se divide en capítulos que
nos van guiando al pasado, donde aprendemos a conocer a su personaje principal,
Carolina. Allí también conocemos a su familia, con una madre hipocondríaca y
avasallante, a sus amigas, -incluso a alguien que podríamos llamar su enemiga-,
a sus compañeros de trabajo, a su ex marido, a otras parejas que han pasado por
su vida dejando una huella, pero siempre se han alejado de su lado, dejándole
un vacío que llena con trabajo.
También
aprendemos a conocer sus gustos, necesidades y sueños, como el de ser azafata
del actor-piloto John Travolta. Podemos saber todo esto porque el texto es ágil
pero sólido y la descripción que hace Zina mediante la narración en primera
persona es consistente con ese ritmo. Los demás personajes que vamos conociendo
a los largo de este viaje desde Buenos Aires a Madrid, tanto sus compañeros en
el avión y demás pasajeros, como aquellos que por medio de sus recuerdos nos
llegan desde su pasado, entran y salen de la narración con un timming justo y propicio.
Zina
logra un clima cómodo para el lector, donde el humor juega un papel fundamental,
así como los diálogos, que están logrados al punto que no le quitan intensidad
a la trama, sino que la acentúan. El nudo del relato llega casi
espontáneamente, no hay fisuras en el devenir del texto que plantea los
acontecimientos como imágenes que resulta fácil seguir.
Entonces,
estamos sumergidos de buenas a primeras en un vuelo transatlántico que empieza
a tener inconvenientes diversos, y a medida que avanza hacia el viejo
continente, los problemas se convierten en tragedias potenciales, por qué no
desastres. Siempre predispuesta al humor, Alejandra Zina nos transmite que Barajas
no es sólo un aeropuerto en la vida de esta mujer, sino que es eso, justamente,
un juego de naipes que por necesidad
debe barajarse para poder dar de nuevo. Buscar otros horizontes, aunque
parezca que el presente nos retiene en la rutina que agobia y que nosotros
sostenemos a diario con nuestras acciones en la comodidad de lo conocido. Siempre
hay otro puerto al que llegar, si se quiere. Con una pizca de suerte.
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