jueves, 29 de noviembre de 2012

El Fin del Mundo al ritmo del truco


             Llegó el Fin del Mundo. Estamos en 1910 y es inminente el choque del Cometa Halley con la Tierra, cosa que aniquilará la vida en ella. Mientras Buenos Aires está lista para festejar el centenario del primer grito de Libertad que se dio en 1810, resulta que no llegarán al 25 de Mayo, porque antes, el 18, un Cometa impactará con el planeta y lo devastará.
            Por esta razón científica, ese día es tenido por los porteños como el último de sus vidas, entonces se engalanan para esperar el final con sus mejores atuendos. En el conventillo en donde vive Arístides Gandolfi con sus tíos, no son ajenos a este Apocalipsis, pero el chico no está dispuesto a que su vida termine, ni la de sus seres queridos, entonces, junto con su amigo Amleto Vergiati y su perro Nicolita, deciden emprender la búsqueda de un refugio que aguante semejante piedrazo. Lo malo es que esos lugares seguros y protegidos que pueden darte reparo ante cataclismos semejantes, son caros. Entonces, antes de la búsqueda de un refugio, hay que buscar la plata con la que costear su compra.
            Desde la óptica de un niño, iremos avanzando en la larga noche mientras el cometa se acerca más y más a nuestro planeta. Y, como todo Día Final, hay cuentas que ajustar, así que hasta el mismísimo Diablo se hará presente para reclamar algunos pendientes.
            Leonardo Oyola ya ha demostrado que sabe contar historias. El humor es un condimento usado con conocimiento y experiencia en sus textos. En Bolonqui, así como en su otra novela Kryptonita, el escenario es la noche, todo pasa en ella. Como ya es su costumbre, nos ofrece una novela sólida y entretenida, de lectura ágil. Aunque ha sido catalogada por muchos como novela juvenil, la verdad es que es una aventura arrabalera, de los guapos de antes, que todos podemos disfrutar, donde la fantasía no falta, así como no faltará el envido y un buen tanto.

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