La vida es un escenario cómodo para
el señor Machi, donde nada falta y todo lo bueno abunda. El poder y el dinero
son sus entrañables amigos. Hace lo que quiere, con quien quiere, como quiere.
Recorre las calles en su negro BM, como un rayo. Pero un día algo cambia,
aunque Machi se esfuerza por volver a su realidad de ensueño línea de coca tras
línea de coca. Empieza con una estupidez que insulta por su trivialidad: un
pinchazo en la ruta. Tener que poner manos a la obra va a traer más
consecuencias que arrugar su costoso traje o terminar con suciedad en sus manos.
En el baúl de su auto millonario hay más que un auxilio y una llave cruz, allí
encontrará un cadáver. Entonces, ahí, empieza otra historia.
Kike
Ferrari, autor de “Que de lejos parecen moscas” nos trae un policial que cumple
a la perfección con los mandamientos tradicionales del género, pero que además,
es tan negro como el BM del señor Machi. Con un ritmo vertiginoso logrado con
toques de exquisitez, nos metemos desde las primeras páginas dentro del mundo
del tipo poderoso, el que está acostumbrado a humillar a los demás, a que las
personas le pertenezcan tanto como los objetos que posee. Un tipo que se forjó
a si mismo, haciendo lo que hiciera falta para acumular poder y dinero, y
contactos de peso.
Mujeres, sexo, drogas y plata, mucha
plata. Algún muerto. El policial negro expuesto con todo su frenesí. Y si a eso
le sumamos una narración sólida y dinámica, tenemos un gran producto literario.
Y Ferrari logra esto, y nos da el plus
de alguien con calle, de alguien que cuenta una historia y no toca de oído,
alguien que sabe de qué se trata.
Durante un puñado de horas, el señor
Machi vivirá un calvario, en donde no se privará de aspirar el polvo blanco del
olvido y la tranquilidad, ese polvo de calidad, tan caro, que pocos pueden
probar. En ese tiempo sabremos de miserias, bajezas, crímenes y cuentas que se
cobran y se pagan. El hombre que ve a la gente desde la altura del poder y la
soberbia, chiquita, como moscas, ahora atravesará un infierno, del que no será
fácil salir, aunque se avance veloz como un rayo.
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